Han sido 25 sesiones dónde pasabas por una sala a recibir la radiación. Es indoloro y sólo te piden estar " muy quietita". Al principio pasamos por consulta para conocer a mi doctora que me explicó en que consistia todo y las posibles consecuencias. A esa cita vino mi madre y a unas cuantas sesiones más antes de volverse a Málaga.
Del tratamiento no hay mucho que destacar, lo más doloroso pudo ser unos pequeños tatuajes que me hicieron por el pecho para delimitar bien la zona a radiar pero fueron unos pinchazos que pasaron rápido.
Lo que más quiero comentar del tratamiento han sido las personas que me han tratado. Al empezar la radio conocí a Maite que es una chica cordobesa amiga de mi cuñada que lo hizo todo más fácil con su "salero". Su pareja de fatigas en el turno de tarde es Edurne, que a pesar de no se andaluza es muy salada y simpática. Todavía recuerdo una sesión que se quedó sola conmigo y madre mia la de vueltas que daba a la camilla para calibrar aquello con precisión. Las dos me animaban mucho desde que entraba por las puertas hasta que me marchaba con un " hasta mañana". A Maite le llegó su cambio de turno y se pasó a las mañanas así que seguí con Edurne y otra chica cuyo nombre no recuerdo pero sé que fue la que me hizo la prueba de escaner el primer día y que también es muy maja.
Y luego está Nati. La dulzura personificada.Sólo la manera en la que te habla te tranquiliza, te da paz y te hace ver que todo lo que está pasando es un proceso normal, evolutivo y que gracias a Dios, acaba.
Y es por todo esto que me costó mucho trabajo despedirme de ellas, porque aunque tienes ganas de acabar, les llegas a coger un cariño particular y les agradeces como se portan contigo, que no es poco.
Por eso quiero agradecer a la unidad de radiología oncológica del hospital Txagorritxu de Vitoria todo lo que han hecho por mí y de nuevo demostrar la buena sanidad pública que tenemos.
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